El
apuro es común en las horas pico, el amontonamiento a presión, las
oleadas de gente expulsadas de las bocas o estrechos de salida; los
empujones son moneda corriente tanto como la gente que viaja sin pagar
pasaje. El chofer pensaba, mientras operaba el panel de cierre de
puertas. Se deslizó con el tren, se amoldó a ello y se sintió seguro. Un
vago orgullo lo invadió cuando hizo sonar la bocina tres veces para
alertar a un hombre que caminaba por el terraplén...¡Cuánto trabajo,
aplicando concienzudamente su vigilancia para proteger la vida de los
demás! ....¡Cuánto trabajo inútil! Año trás año, invariablemente, una,
dos o más personas iba a parar bajo sus ruedas....¡Inútil el freno !
Inutil la bocina, los gritos! ¡Cuántos nervios pasado!; pensaba mientras
observaba detenido en la estación cómo, intentando evadir las barreras
de control o el rodeo por los accesos establecidos, dos, tres y más
individuos trepaban o subían a los andenes a los saltos, corriendo entre
los trenes , cortando por las mismísimas vías delante de su misma
formación . ¿Qué pensaría el concienzudo chofer, mientras avanzaba
ascelerando paulatinamente?Quizás consideraba su magro sueldo, el mal
trato que debiera soportar de los superiores, los años sacrificados a
la empresa....en la próxima estació, en franca oposición al hecho de
que la cantidad de viajantes iba en aumento, abrevió el tiempo de
apertura de puertas, y el de detención fue acortándolo progresivamente
en las próximas estaciones. Pensó en lo afortunado de la ausencia de guarda en su tren. Esa gente, le parecería más
parecida a monos, por su manera de trepar (por
no perder una moneda o unos minutos de su tiempo), en su imbecilidad
suicida de exponer su insignificancia a las garras de la mole de
acero, e indigna de tanta
atención. Podría observarlos, en revancha, por el espejo retrovisor,
verlos trasmutarse en bestias, esperar anhelante el momento en que
empezaran a pelearse entre ellos, aplastando en la estampida a los más
débiles. En la última estación directamente no se detuvo, y no observó el final del recorrido.... "Segui,
seguir, segui..." se abandonaba en su aciento mientras observaba
encenderse las señales de peligro a su paso y las caras de consternación
de los guardabarrera con su banderola en alto, dejando caer
el silbato de las bocas demasiados abiertas. Imaginandoa
que cientos de hombres, como hormigas corrían escapando desesperadas a
su paso, los cuerpos saltando en pedazos, la sangre manchando los
vidrios. ¿Qué pensaría el chofer cuando arrastró la formación a toda velocidada y con ella a todos los pasajeros más alla del final de las vías?
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